miércoles, 7 de marzo de 2012

Una mirada a lo que se denomina Historia.

La palabra historia viene del griego historía y de ella pasó al latín como historia.
Tiene dos significados: Las cosas hechas por el ser humano, por una parte, y la reflexión e investigación que de ellas hace el mismo hombre, por otra.
Y de la expresión escrita de la historia aparece un género literario en prosa.

Se habla de historia desde que se han hallado constancias escritas o plasmadas en ladrillos o en hojas secas, como en Babilonia y Egipto, culturas de 8.000 años de antigüedad con respecto a esos testimonios, pues tenían más tiempo pero sin ningún sistema de escritura. Todo lo anterior que se ha encontrado y se sabe se denomina prehistoria.

Todas las obras humanas sirven como fuentes de la historia. Y también la tradición oral que en algún momento fue escrita. Tal es el caso de las obras de Homero, hombre que no hizo más que escribir lo que venía de décadas de contarse de unos a otros.
Una pintura, una máquina, un camino redescubierto, una porcelana, todo ese conjunto de obras aportan datos para la historia. Pero es claro que nada más preciso que un texto escrito. Es famosa la piedra de Roseta encontrada en Egipto en 1799 por un capitán francés del ejército de Napoleón que peleaba con los ingleses. Éstos la confiscaron y la exhibieron en Londres en 1802. Thomas Young y Jean Champollion, estudiosos de la escritura egipcia, la descifraron. Está escrita en jeroglíficos del antiguo Egipto, en escritura demótica y en griego. Es una joya de la escritura y la transcripción.

La finalidad de la historia es la reconstrucción de los hechos humanos tratando de obtener una comprensión y un conocimiento verás de los mismos. O lo más cercano a ello, con todas las dificultades de interpretación que se presentan, como bien se sabe al tratar de entender un hecho que acaba de suceder, que las versiones difieren o cada testigo valoró más un aspecto que otro, en fin.

El griego Heródoto o Herodoto es considerado el padre de la historia. Nació en Halicarnaso, actual ciudad de Bodrum, en Turquía. Era también geógrafo y etnógrafo. Sus reflexiones lo llevaron a afirmar cosas como que contaba lo que le contaban pero que sabía que no podía creer todo sin análisis propio. Con ese tipo de reflexiones sentó las primeras bases para el estudio de la historia. Entre lo principal de sus obras está la narración de las llamadas guerras Médicas, entre el imperio Persa y algunas ciudades-estado griegas. El nombre se debe a que los griegos tenían el sinónimo medo para persa.  

La historia va ligada a la historiografía, es decir el arte o modo de escribir o narrar la historia.

A partir del siglo XVII se dio un rompimiento clave cuando los intelectuales comenzaron a dejar de lado las bases providenciales y se percataron que la historia tenía causas y efectos directos de la acción humana. Fue clara la influencia del progreso de las ciencias de la naturaleza.

Hoy se tiende a estudiar la historia integralmente, aunque sigue prevaleciendo la historia política, social y económica de los pueblos.

La utilización del método científico, es decir la cuidadosa observación de los hechos y la seria recopilación de la información y de los datos ha aportado mucho a la historia. Sin embargo, al ser un asunto humano no se puede medir y contar con la exactitud de las ciencias como la Física, las Matemáticas, la Química o la Astronomía. La historia, como las demás ciencias del espíritu humano, ha de ir en el camino del entendimiento, el diálogo permanente entre el pasado y el presente y entre el historiador y los hechos que estudia.

La historia no es muerta, es dinámica. Nuevas informaciones, nuevas interpretaciones hacen que hechos pasados se miren con otros ojos. Sólo el frío dato es inamovible, no las interpretaciones y puntos de vista. Eso en cuanto a la historia de sociedades como la Grecia antigua. En cuanto a países vivos como los de hoy, la historia está en movimiento. La de Colombia, por ejemplo, se escribe a diario. Y muchos sucesos de hoy tienen sus raíces en pasado cercano o más lejano. Por supuesto, también admite alguna revisión o la llegada de nuevas informaciones de tiempo lejano.
En realidad, la historia del hombre aumenta cada día de manera asombrosa en la medida en que cada instante el presente convierte futuro en pasado como una máquina de tragar el tiempo.

El ser humano se vuelve hacia el pasado, que arranca en el último instante presente, por el deseo de conocer, además de lo útil que debería ser para tomar medidas en el futuro basados en errores, aciertos y, en general, en toda la experiencia acumulada.

Historiadores

Herodoto: considerado el primer historiador.
San Agustín: intentó acomodar el pensamiento de Platón a la religión cristiana.
Leopoldo von Ranke: fundó una escuela que aspira a la mayor objetividad.
Agustín Thierry: una de las principales figuras de la historiografía romántica.
Los enciclopedistas franceses, encabezados por Denis Diderot y Jean d’Alembert, en el siglo XVIII trataron de agrupar el conocimiento humano de todos los tiempos; prepararon el ambiente para la revolución francesa.
Internet: Puso a mano la consulta de todas las bibliotecas del mundo. Se debe tener criterio para escoger la información pues está toda desde la más perfecta a la más equivocada.
Lista aleatoria: Will Durant, Kenneth Clark, Mark Kurlansky, Stanley Payne, Ernst Samhaber, Alfonso de Lamartine, Emil Ludwig, Luis Alberto Romero, Jean Meyer, Nic Dunlop, Neville Williams, Alexander Solzchenitzin, Michael Meyer, Jesús Hernández, Emile Bhchier.

Selectos colombianos:
Indalecio Liévano Aguirre, Diana Uribe, Pilar Moreno de Ángel, Eduardo Lemaitre, Carlos Lleras Restrepo, Marco Palacio, Mauricio Vargas, Jaime Jaramillo Uribe, Álvaro Tirado Mejía, Roberto Luis Jaramillo, Luis Javier Villegas, Jorge Orlando Melo, Gustavo Arias de Greiff, Enrique Gaviria Liévano, María Mercedes Botero, Jorge Serpa Erazo, Juan Manuel Uribe Londoño.


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